Invertir es ya una obligación...


Desde que recibí esta imagen hace unas semanas, no me la quito de la cabeza. Incluso he llegado a soñar con esos colorines.



Se trata de un gráfico muy sencillo, pero tremendamente revelador: muestra la evolución del rendimiento del trabajo en las principales economías del mundo durante las últimas tres décadas.

¿El resultado? Mientras en muchos países los salarios han crecido de forma significativa, en España apenas se han movido. Es decir, aunque los discursos oficiales se llenen de palabras grandilocuentes sobre progreso, lo cierto es que aquí llevamos años caminando en círculos… y cuando el resto avanza y tú te quedas quieto, en realidad vas hacia atrás.

Por eso tantos jóvenes hacen las maletas y buscan otra bandera bajo la que prosperar. Porque el español medio lo sabe: aquí cada vez se trabaja más para vivir peor.

El que siembra vientos, recoge tempestades. Y si bien es necesario ayudar a los que están con el agua al cuello, cuando los políticos presumen de aumentar los presupuestos para atender a las familias que sufren por debajo del umbral de la pobreza es que algo se ha roto en la base. Porque el verdadero éxito no está en repartir más subsidios, sino en crear un país donde no existan trabajadores pobres, donde la educación forme ciudadanos libres y emprendedores, y donde las condiciones permitan que cada persona desarrolle su talento.

Aquí está la gran paradoja: el dinero nunca ha circulado tanto, pero la sensación de escasez es cada vez mayor. ¿Por qué? Porque si no sabes manejar tus finanzas, si no entiendes dónde se esfuma tu esfuerzo, estás siempre condenado a remar contracorriente.

La realidad es dura: si no sabes en qué invertir, tu primera inversión debería ser en ti mismo, en tu formación. En adquirir criterio y disciplina. Porque no hacer nada implica, en sí mismo, asumir un riesgo enorme. No invertir es invertir… en perder poder adquisitivo año tras año.

El ahorro ya no basta. No se trata solo de guardar, sino de multiplicar. No de trabajar más horas, sino de trabajar con más inteligencia financiera.
El futuro no espera: o tomas las riendas de tu dinero, o alguien lo hará por ti.
Y cuando desaparece la clase media, desaparece también el colchón que sostiene a una sociedad entera.

Por eso te lo digo claro: no tienes escapatoria, tarde o temprano tendrás que invertir. Hazlo con cabeza, hazlo con prudencia… pero empieza ya.

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