Con cierta frecuencia se presentan en la Bolsa esos eventos que pillan a casi todo el mundo con el pie cambiado: esas bajadas que nadie podía prever.
Naturalmente, justo después hay ríos de tinta explicándote por qué pasó, y desgraciadamente hay muchos lectores que pierden el tiempo leyendo a toreros a toro pasado.
Estos bandazos bruscos forman parte de la inversión en los mercados financieros.
El impaciente inversor que no tiene un método contrastado, y que salta de inversión en inversión tratando de adivinar el momento ideal para entrar y para salir, tarde o temprano —más pronto que tarde— acaba escaldado.
La disciplina es la principal cualidad que debe tener un inversor. Tienes que analizar tu estrategia hasta que sea digna de tu confianza para que, cuando lleguen esas caídas, sepas que rachas semejantes ya existieron antes y que volverán a pasar. La peor caída, igual que la mejor subida, está por venir.
Por supuesto, a todos nos gustaría adivinar el futuro, pero eso no es posible.
Lo que sí puedes es definir una estrategia robusta que luego tendrás que seguir con rigor, cuando el viento sea en popa y cuando sea en contra.
Un buen inversor es el que utiliza estrategias ganadoras a largo plazo. Naturalmente tendrá altibajos, y habrá muchos falsos creyentes que a la primera de cambio dudarán y abandonarán.
Invertir en los mercados financieros es sencillo de entender pero difícil de ejecutar. Las dudas te vendrán con frecuencia.
Resiste, porque el mundo va a seguir girando y necesitando compañías en constante desarrollo.
Formar parte de esas empresas no tiene precio.
Ante los inevitables golpes que a veces sufre la Bolsa, recuerda que es tu impaciencia la que te castiga, no el riesgo inherente a cualquier inversión.
Si quieres aprender a definir un método con el que luego construir una cartera a prueba de bombas, te esperamos en Valores en Alza.

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